Radios educativas y
comunitarias en la encrucijada.
Dentro del escenario que estamos viviendo,
no sólo las radios , sino también los otros medios de comunicación, “deben
asumir un rol central en la generación de una nueva ciudadanía, que asegure la profundización
de la vida democrática en la sociedad.
Los medios de comunicación deben Contribuir al desarrollo, eso comprende a la comunicación y su papel
en la sociedad como un espacio de diálogo, de interacción entre sujetos y no como
una labor meramente técnica o de difusión y efecto que aporta el elemento de
subjetividad personal y social, de motivación a los proyectos de desarrollo
rescatando el protagonismo de los ciudadanos desde el análisis de sus factores
culturales (costumbres, prejuicios, estados de ánimo, voluntades,
sensibilidades, etcétera) siguientemente, a la comunicación le interesa en el
campo del desarrollo investigadora de la
Asociación de saber qué está percibiendo, sintiendo y asimilando cada
individuo, sector o agrupación social, para trabajar relaciones de poder desde
el convencimiento, la seducción o la utilidad. La pregunta que guiará, pues,
esta actividad se puede resumir de la siguiente manera: “¿qué expectativas colocan
los beneficiarios en la implementación de los proyectos de desarrollo y cómo se
van estableciendo y modificando relaciones y si influyen o no en la aplicabilidad
o utilidad de los mismos.
Otro punto que deben considerar las radios es
Ampliar la democracia ,las
radios deben asumirse como “parlamentos al aire libre”, como “ágoras de ciudadanía” donde
se ejerzan permanentemente mecanismos de participación y fiscalización por parte de
la población.
Las radios también tienen por deber Defender los
Derechos Humanos ,al
mismo tiempo que estas radios se erigen en “tribunas para ampliar la
democracia”, deben también edificarse como tribunales para defender el cumplimiento
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Se apunta a los medios masivos de
comunicación como espacios públicos particularmente eficientes y prácticos, que
responden a necesidades puntuales de información y, también, de diálogo de la
sociedad. Lo importante en esta tendencia, es que estos medios construyan y
faciliten una cultura de la
deliberación, donde los conflictos entre distintos grupos de personas
sean canalizados y resueltos, centrándose en objetivos comunes y acuerdos
compartidos que son implementados o ejecutados, y que detienen resultados
prácticos en el mejoramiento de las condiciones de vida de los más pobres. Se
alude a que la efectividad de esta deliberación está en directa relación con la
capacidad de organizarla de “abajo hacia arriba” y, por ende, privilegiar
bajo condiciones de equidad, respeto y
reciprocidad la voz de los más pobres y
excluidos, para que éstos sean escuchados y, en definitiva, puedan influir en
el proceso de acción política, de manera que sus necesidades inmediatas sean
atendidas.
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